Blog > Cómo la Enfermedad Renal Crónica Progresa: Factores y Estrategias de Manejo

La enfermedad renal crónica (ERC) es un proceso patológico complejo y de evolución prolongada que implica el deterioro progresivo de la función renal. A nivel fisiopatológico, la ERC inicia con alteraciones en los glomérulos renales, encargados de filtrar la sangre, y progresivamente afecta la capacidad del riñón para excretar sustancias de desecho, como la urea. Este proceso puede mantenerse asintomático durante años, pero cuando el daño avanza significativamente, aparecen síntomas que indican un deterioro renal severo.

El ejemplo de la urea, que es uno de los principales desechos excretados por el riñón, nos permite entender este proceso. En un riñón sano, la cantidad de urea que entra es igual a la que se elimina. Sin embargo, cuando algunos glomérulos dejan de funcionar, otros compensan con un aumento de su actividad. A pesar de que la excreción de urea sigue siendo normal, se genera una sobrecarga en las células tubulares. Esta hiperfiltración y la hipertensión glomerular pueden perpetuarse, generando daños que aceleran la pérdida de nefronas, la unidad funcional del riñón.

La hiperfiltración, si bien es un mecanismo de compensación inicial, puede convertirse en patológica, como ocurre en pacientes diabéticos. La presión elevada dentro del glomérulo y la filtración aumentada terminan lesionando las barreras de filtración. En consecuencia, aparecen proteínas en la orina (proteinuria), lo que es indicativo de daño renal progresivo.

Entre las principales causas de la ERC se encuentran la hipertensión arterial y la diabetes mellitus. Estas condiciones afectan de manera directa el funcionamiento renal a través de vías hemodinámicas y metabólicas. La hipertensión crónica provoca un daño estructural en los vasos del riñón, mientras que la hiperglucemia crónica, típica de la diabetes mal controlada, produce un daño en los podocitos, las células encargadas de la filtración glomerular. La conjunción de estos mecanismos resulta en fibrosis y, finalmente, en la pérdida irreversible de la función renal.

El diagnóstico temprano de la enfermedad es esencial para prevenir su progresión. Los pacientes que presentan signos como la hiperfiltración, incluso con niveles de creatinina normales, requieren un seguimiento estrecho y un tratamiento adecuado.

El control riguroso de la hipertensión y de los niveles de glucosa en sangre es clave para retrasar el avance hacia etapas más graves de la enfermedad, como la insuficiencia renal terminal, que frecuentemente requiere diálisis.

Es importante recordar que la ERC es una enfermedad silenciosa. Muchas veces, los pacientes no experimentan síntomas hasta que la función renal está gravemente comprometida. Por ello, la adherencia al tratamiento y el control periódico son fundamentales para prevenir la progresión de la ERC y mejorar la calidad de vida de los pacientes.

Referencias bibliográficas:

  1. Ortega López, M. (2018). Fisiopatología de la enfermedad renal crónica. Editorial Médica Panamericana.
  2. Fernández C., E. (2020). Enfermedad renal crónica y su manejo en atención primaria. Revista Medicina Clínica.
  3. Martínez Castelao, A. (2017). Prevención y tratamiento de la enfermedad renal crónica. Nefrología al Día.

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